Poco después de haber comenzado este segundo día en Matadero, con nuestros invitados sentados pintando cada uno su objeto blanco tomado de la instalación, un fondo de músicas muy escogidas comenzó a sonar envolviendo la sala.
De seguido e igual que la música, sin ser notada por nadie, de repente una bailarina se coló entre los participantes.
Era su presencia tan inesperada lo que se fue destacando entre los participantes.
Muy improvisadamente todo se fue haciendo baile dentro de un silencio que se hizo, que captó la atención de la mayoría.
Ofrecimos tablillas y papel a unos pocos, que comenzaron a dibujar a Tatiana. Itziar fue la primera. Fue siguiendo los pasos de la bailarina que se movía entre la gente.
La sorpresa llegó cuando al hacer Tatiana una pausa, Itziar comenzó a bailar, y una vez más, sin que nadie lo esperase. Todos nos quedamos impresionadas.
Todo fue improvisación y eso es lo más atractivo. Improvisación viva que se fue haciendo según sucedía lo que nadie ni sabía ni esperaba.
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